Pájaros a punto de volar

Pájaros a punto de volar
"[...]ardiente, impaciente, cautiva sólo de sí misma, ella era un pájaro a punto de volar" (Patricia Highsmith)

Ficciobiografías

Estampa primera: Insomnio

En estas horas de tiempo muerto en que el silencio comienza a fantasmear por la casa, en que uso botas —y no tenis ni zapatos— y voy de un lado a otro dando rígidos pasos que resuenan por el cuarto como si fueran rudos martillazos, con el ardor que desde hace días tengo en el estómago; y una lata de coca-cola grabada con motivos del mundial en la mano. A esta hora en que el humo del cigarro se ha apagado, en que es oscuro, yerto y desolado mi espacio; en que las huestes de libros se recuestan sobre sí mismos, somnolientos y empolvados. En este momento en que me rasco la cabeza y me lastima la luz delincuente que por la ventana se cuela, en que pienso repentinamente en otros, en que los pienso y su imagen es incapaz de permanecer en esta memoria parasitaria habitada en todos sus rincones por dolorosos recuerdos del pasado, esta memoria-bodega que lo conserva y lo almacena casi todo revuelto y hecho pedazos. A esta hora (las dos de la madrugada) en que mis pasos se desvisten, se recuestan, se embotan y miran el vacío fastidiados; en que respiran el pesado aire intoxicado por el humo coagulado en un olor rancio; en que mis brazos se estiran y me tallan los ojos enrojecidos de angustia y espanto, y mi boca feroz bosteza y me echa a la cara un monstruoso aliento a tabaco. En estas lánguidas horas que pasan como si no pasaran, en este tiempo muerto, en que no sonrío ni me alegro y la vida pasa indiferente; en que comienzo a advertir más vida que en mí, en mi sombra temblorosa; en que advierto que llevo días intentando y fracasando en mi intento de construir un pensamiento para huir del abatimiento. En estos minutos en que tomo una pluma y una hoja, en que rayo y tachoneo sin escribir nada sino fracaso, unas líneas entrecruzadas que se abrazan en el papel que aprieto en mi puño y lanzo lejos. En estos minutos en que me rasco la cara porque me ha picado un mosco y me estremezco ante su odioso zumbido que aguijoneando mi oído se burla de su hazaña. A esta hora en que me trueno los dedos, y de nuevo bostezo, y el estómago hambriento me sigue ardiendo, en que mi lengua pasa por mi dentadura y saborea el chicloso rezago del azúcar de las cinco cola-colas que he bebido y siente la porosidad de la ceniza masificada de las dos cajetillas que he fumado. En este tiempo muerto en que cambio de posición, me cobijo y me descobijo, me desnudo y pateo la ropa, y mi piel se comprime de frío. A estas horas en que no hago más que dar vueltas, con el cuerpo y el pensamiento como un molino de viento. En estos momentos en que me levanto y tropiezo con las hojas y los libros que he dejado tirados, en que tumbo la lata de coca-cola y se me pega el líquido en los pies y me limpio con el pedazo de papel sobre el que escribí: fracaso. En estas horas muertas en que el insomnio hace hormiguear mi cabeza y me derramo sobre el piso, la basura, los libros, la ropa sucia y las manchas secas de refresco; en que mi mundo gira, vertiginoso, en un devastador círculo cerrado. Quisiera poder dormir y soñar que esto que es real es sólo imaginario.