Pájaros a punto de volar

Pájaros a punto de volar
"[...]ardiente, impaciente, cautiva sólo de sí misma, ella era un pájaro a punto de volar" (Patricia Highsmith)

miércoles, 15 de diciembre de 2010

Hastío

I. Cada día duermo con el horror de despertar.
II. Despierto, siento horror, quiero volver a dormir.
III. Duermo: sueño con el mar.
IV. Es de noche. Es real: me sumerjo, floto, ondeo.
V. El mar me traga: me pierdo.
VI. Caliente, el mar es líquido seminal.
VII. No existo: soy el mar.
VIII. No soy. Me abrazo a su cuerpo.
IX. Extraña, de su entraña me explulsa.
X. Me vomita: estoy llena de veneno.
XI. Frágil, naufrago. Vuelvo.
XII. Despierto, siento horror, quiero volver a dormir

Lección

No es buen peleador el que permanece hasta el final de la batalla, sino el que sabe retirarse a tiempo.

Adiós

Él se detenía y ella bajaba de auto. Se despedían sin mirarse: cada uno seguía su rumbo, siempre desconocido para el otro, así era mejor, así no tendrían el impulso de seguirse y mucho menos de buscarse porque no sabrían dónde hacerlo, en caso de querer hacerlo. Porque lo sabían: en el fondo no tenían nada que ofrecerse, excepto las palabras que los unían en esos bruscos y aleatorios lapsos de tiempo.

miércoles, 8 de diciembre de 2010

Paredes de cristal

Hay días en que me parece que el mundo es de cristal, como el cuerpo de aquel loco que no dejaba que nadie lo tocara, y entonces cualquier pensamiento capaz de accionar un manotazo en falso tiene el poder exacto para quebrarlo, entero, y de hacer que todos esos pedazos, añicos, de mundo recaigan sobre mí como las lanzas de una lluvia que no para, apuñalándome, clavándose en mí, hundiéndose, desangrándome: aniquilándome a mí también, en una especie de muerte retroactiva ―suicidio impremeditado(?)―.

En esos días el sol es un ojo que mira despiadadamente, sin pedir permiso, y que toca, acaricia, rasga, hiere con su mirada lo que se le pone enfrente: todo. Y yo temo que el mundo se quiebre y que esa mirada me mire hacer cosas que no suele hacer la “buena gente”.

Esos son los días en que me levanto, me visto, me maquillo, actúo, como dando un show mediocre ante la mirada bella, luminosa, exigente y azul de la perfección: Dios.