Bajo el furioso clamor
de dos luceros demoniacos,
el Ángel desertor
extiende sus alas:
devora su sombra
las sombras,
convirtiendo a la noche
en el útero abismal
de una madre seductora.
Por las paredes sin umbral
escurre la sangre ardiente
del pecado,y en el deleite
ciego de sus hijos renace
el gemido opulento del abrazo.
¡Cuán oscuro deseo!
¡Cuán luminosa tiniebla!
¡Cuán férvido regazo!
¡¿Qué resplandor
más vaporoso nos une
a la invisible niebla?!
“Con la túnica
de lo desconocido
fue por su Dios
oculta la belleza,
ésa de la que hoy
han sido testigos,
y a la que él mismo
hubo de llamar:
¡condena!”
¡¿Qué resplandor
ResponderEliminarmás vaporoso nos une
a la invisible niebla?!
quien mas se pude acrodar de los condenados, solo los que viven como uno....
saludos..