Como un péndulo,
mordaz,
hiriendo
el aire,
tu hacha
húmeda,
oscilando
entre mis muslos.
Crece
la herida,
se hincha
el tiempo.
Como dos
palpitantes
gotas de sangre
aferradas
a mi pecho,
mis senos
tiemblan
aguardando
la caída
al precipicio
de tu
aliento.
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